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domingo, 18 de octubre de 2020

MICRORRELATOS PREMIADOS EN EL CONCURSO "LAS LIBRERÍAS SON PARA EL VERANO"

Estos son finalmente los 6 microrrelatos seleccionados por el jurado del concurso "Las librerías también son para el verano". Los 2 ganadores recibirán un Cheque-librería de 140€ y los 4 accésit un Cheque librería por valor de 61.25€    

GRACIAS A TODOS LOS PARTICIPANTES, 
A LOS QUE HABÉIS APORTADO ALGÚN 
DONATIVO PARA LOS PREMIOS, 
A LOS 6 MIEMBROS DEL JURADO Y...
¡¡FELICIDADES A LOS GANADORES!!  

ANTOLOGÍA DE AUSENCIAS, DE SALVADOR TERCEÑO
La librería cerró tras los primeros bombardeos. Aunque un obús había hecho desaparecer el estanco y la mercería de doña Pura, su fachada solo mostraba ráfagas de disparos.
El viejo librero no aparecía y yo, con menos vocación pero más hambre, tras terminar la guerra, decidí arreglarla.
No había libros —habían sido destruidos—, pero aquello no me pareció un obstáculo insalvable. Desempolvé las estanterías vacías e identifiqué con cartelitos las diferentes secciones. Recoloqué el viejo letrero y, una mañana de verano, reabrí sus puertas.
El primer cliente tardó varias semanas en entrar. Preguntó por una antología poética.
—Pasillo dos, “Poesía en castellano”—, respondí.
El cliente estudió minuciosamente las baldas, rastreando aquella vacuidad con su índice. Pareció encontrar algo incorpóreo que extrajo, abrió y simuló hojear.
—Me lo llevo—, dijo.
Introdujo la mano en un bolsillo y, tras poner sus dedos desnudos sobre mi palma, salió tarareando.
Los clientes empezaron a frecuentarla con asiduidad. Tomaban libros inexistentes, se sentaban a leer, pasaban hojas teatralmente y terminaban pagando con un ademán. Comenzó a percibirse cierta ilusión.
Y yo, como cada noche, regresaba a mi piso, ponía un plato vacío sobre la mesa y, con lánguidas cucharadas, simulaba comer aire.

De Antología de ausencias el jurado ha dicho:
"Dice Joaquín sabina que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Hay un atractivo irresistible en las historias que cuentan imposibles, esas que dibujan universos paralelos, en los que otra realidad es posible. Nos parece que este relato recoge a la perfección esa realidad inexistente, generando en el lector una sonrisa y un extraño regusto amargo por lo que puede llegar a ser y no fue. O todo lo contrario.


MAESTRO DE ESCUELA, DE LUCAS ROMANO

La única librería del pueblo no es mal lugar para estar encerrado, pensó. Don Cosme estaba sudando, porque incluso en verano vestía su raída levita de paño negro. Con los dedos aún llenos de tiza lió un cigarro de picadura y ojeó las estanterías repletas. Era un profesor de ideas modernas, más amante de la letra que de la sangre y poco inclinado a reglazos y pescozones. La educación es la mejor barricada, solía decir. Acarició los venerables episodios nacionales, encontró un libro del poeta y recitó de memoria sus versos favoritos:
"Tristes guerras
si no es amor la empresa.
tristes, tristes."
Cuando oyó girar la cerradura de la maciza puerta de roble, devolvió el libro a su sitio con ternura de amante. Unos soldados de aspecto sucio le subieron a la parte de atrás de un camión con la eficacia de las cosas muchas veces repetidas. Antes de doblar la última curva miro el campanario, los olivos y la escuela que, 50 años después, llevaría su nombre.

De Maestro de escuela, el jurado ha dicho:
"La guerra y la nostalgia suelen ser buenos aliados para tejer un buen relato. La primera escena apela a la nostalgia, a ese profesor, Don Cosme, que todos tuvimos o habríamos querido tener, encerrado sin que aún sepamos por qué, en un cuadro perfectamente dibujado, donde podemos ver hasta lo que no se cuenta. De él sabemos lo justo para quererlo. La cita de Miguel Hernández nos da una pista y nos introduce en la segunda escena: la guerra. Ya sabemos de quién se esconde, y ya sabemos lo que va a pasar. El final es solo un estupendo modo de redondear el relato y traerlo al presente. Es conmovedor, es extraordinariamente visual, y se desliza con suavidad desde el principio hasta el final. Poco más se le puede pedir.


¡BUEN VIAJE!, DE MANUEL MONTESINOS

Dejó la nota en un estante de la librería, junto al reloj y la cartera. Subió a la terraza. Se desnudó con calma. La ropa doblada con mimo, bien ordenada junto a la silla que usaría para subirse al muro. Un vuelo rápido, picado y sin escalas. Le hubiera gustado estar frente a un espejo, no para ver su cuerpo envejecido, sino, más que nada, por despedirse de alguien. Hacía mucho tiempo que no se le ocurría mirarse, pero podía imaginar, sin demasiado esfuerzo, los pellejos que colgaban de sus costillas porque, desde que ella murió el verano pasado, casi no comía nada. Bien pensado, esto podía ser una ventaja para su vuelo. Si cogía una potente masa de aire caliente podría ascender con facilidad y quién sabe dónde le llevaría el viento antes de reventar su cabeza sobre el asfalto. Sin más demora, un pie en la silla, otro en el borde y un dejarse caer. En su torpe y acrobático descenso, la imagen de ella y la de su padre lanzándolo al aire y recogiendo en el vacío su pequeño cuerpo de crío.

De "Buen viaje" el jurado dice: "Este relato es el prospecto de un medicamento contra todo un catálogo de enfermedades crónicas para las que no hay cura. El dolor de la pérdida, la soledad de la vejez, la dolencia de la nostalgia, la melancolía de la paternidad, la muerte de un amor y la añoranza de la infancia, esa patria única a la que nunca nos importa volver. Aunque sea desde la regresión de la caída, de un salto al vacío desde una terraza. Este medicamento está contraindicado contra el tabú del suicidio como eutanasia contra el dolor del alma".

PRESENCIA, DE ALBERTO JESÚS VARGAS

Teniendo aún muy pocos años, cada vez que un mal sueño me despertaba, descubría junto a mi cama a un hombre vestido de gris que me miraba fijamente. Aterrado por su aspecto siniestro y su intención opaca, gritaba y mis padres acudían a calmarme, sin ser capaces de verle. Después de repetirse varias noches el mismo incidente, opté por esconderme bajo el embozo cada vez que aparecía e imaginar historias fantásticas que me ayudaban a huir hasta quedarme dormido.
Pasaron los años y aquel tipo siguió presentándose en la oscuridad de mis madrugadas. Yo acabé acostumbrándome a su presencia mientras soñaba con ser escritor y contar las aventuras que para evadirme inventaba. Puse empeño en ello y envié manuscritos a cuantas editoriales pude. Nadie quiso editar mis textos ni jamás alcancé a ganar el más insignificante premio literario.
Aquel verano en que, resignado, decidí prepararme las oposiciones para el Ayuntamiento, descubrí por fin quien era él. Lo vi reflejado en el escaparate de la librería, una de tantas a las que nunca llegarían mis libros, en la que compré el temario. Lo reconocí en mi imagen de hombre cargado de sueños quemados. En el vivo retrato del fracaso.

De Presencia, el jurado opina que es un microrrelato inteligente y certero, a pesar de su aparente ligereza, que combina extraordinariamente la realidad (triste en este caso) y la fantasía, y que plasma, con muy pocos detalles, una crítica a la sociedad en la que vivimos, con esa renuncia a los sueños que se persiguen en pos de una gris existencia para sobrevivir. El protagonista podríamos ser cualquiera de nosotros".

ÓPERA PRIMA, DE FRANCESC BARBERÁ

El verano pasado, organizando las carpetas de mi ordenador, encontré un extraño documento de texto. Se trataba de una novela de 300 páginas. Lo más perturbador era que el autor se llamaba igual que yo. Poco después, recibí un e-mail de «Sonámbulos Editores». Me decían, para mi asombro, que habían aceptado mi manuscrito. Además, me pedían que no respondiera al email mientras estuviera despierto. En un primer momento no entendí nada, pero poco a poco fui atando cabos. Semanas más tarde, volví a recibir otro correo. Me contaban que habían hablado con Luci, la única librera sonámbula de la ciudad, y que la presentación sería en su librería, el jueves 25 a las tres de la madrugada. Un acto que, por supuesto, estaba dirigido exclusivamente a personas sonámbulas. Ha pasado un mes desde entonces y acabo de recibir noticias de mis editores. La presentación ha sido un éxito. Y la primera edición se ha agotado. Eso sí, nadie recuerda haber leído mi novela.

De Ópera prima, el jurado ha dicho: "Una trama muy bien armada, que cuenta una historia redonda y con un final de los mejores de esta edición. Además, destacamos ese puntito de ironía fina sobre el mundo de la escritura: un mundo de sonámbulos que hacen presentaciones a las que van otros sonámbulos, cuyos libros al final nadie recuerda. Nos parece amargamente simpático y le damos un olé general. Si el autor no pretendía esa lectura, nosotros se la hemos hecho y nos hemos quedado tan a gusto 




OLOR A PAPEL Y CHANEL, DE PABLO NÚÑEZ
Paco se sienta en pijama a escuchar los trocitos de historias que recorren los pasillos. Las visitas suelen apedrear con sus voces los letreros que piden silencio en el sanatorio. Unas traen bombones y mastican palabras de falso cariño a la vez que, sin parar de señalar sus relojes, se van enseguida. Otras aburren con su hablar monótono, mientras hacen punto o leen entre murmullos los sucesos del periódico. A Paco lo visitaba mucha gente cuando enfermó, pero, como ni mejoraba ni empeoraba, en pocos meses se quedó solo. Los médicos dijeron a sus familiares que las cosas de la cabeza eran así de caprichosas y, si algo cambiaba, los avisarían. Paco es feliz desde entonces analizando chismorreos, aunque hay momentos en los que tiene lagunas y se queda muy quieto, mirando al techo. Dicen que ha olvidado toda su vida, pero recuerda sus encuentros en la librería de un pueblo costero cada verano, el chasquido del pestillo al echar la llave, el letrero de cerrado, la falsa puerta escondida en la estantería de las novelas policiacas, las luces apagadas, el aroma a deseo y el cuerpo de Sara cuando la lucidez hace que pierda el hilo de las conversaciones.

Del relato el jurado ha dicho: "Solemos asociar microrrelato con historia con final sorprendente e inesperado, olvidando que las palabras son las encargadas de vestir los relatos y que ellas son las que convierten el lenguaje en literatura. Nunca es el qué, siempre es el cómo. Este micro está impregnado de buena literatura, todos los sentidos activados para buscar la evocación de Paco, ese llamar a sus espíritus para que le den sentido a una realidad poblada, en su silencio, de ruido y de la que escapa a través del aroma a recuerdo de sus encuentros furtivos con Sara. Porque al final la literatura se reduce a eso, chispazos emotivos que nos llevan a compartir la memoria de los personajes".



FALLO DEL CONCURSO "LAS LIBRERÍAS TAMBIÉN SON PARA EL VERANO"

 

 


FALLO CONCURSO DE MICRORRELATOS

“LAS TAMBIÉN LIBRERÍAS SON PARA EL VERANO”


El jurado del Concurso de Microrrelatos “Las librerías también son para el verano”, organizado por La toalla del boxeador, compuesto por Arantza Portabales, Manu Espada, Manuel Rebollar, Almudena Ballester, Nicolás Jarque y Javier Regalado, actuando Ernesto Ortega, responsable de La toalla del boxeador, como secretario sin voto, acuerda conceder los siguientes premios, entre los 91 relatos presentados:

 

Cuarto accésit, con 5 puntos y premiado con 61.25 € en cheques librería, para el relato Nº33  Olor a papel y Chanel, presentado bajo el seudónimo de Melmoth, cuyo autor es Pablo Núñez, de Sevilla

 

Tercer accésit, con 7 puntos y premiado con 61.25 € en cheques librería, para el relato Nº 90, titulado Ópera Prima y presentado bajo el seudónimo de El hermano daltónico, cuyo autor es Francesc Barberá, de Bennissa (Alicante)

 

Con 8 puntos, segundo accésit y premiado con 61.25 € en cheques librería, para el relato nº 55 Presencia, presentado bajo el seudónimo de Kálido Scopio, que pertenece  a Alberto Jesús Vargas, de Madrid.

 

Con 9 puntos, primer accésit y premiado con 61.25 € en cheques librería, para el relato nº 19 Buen Viaje, presentado bajo el seudónimo Biscuter que pertenece a Manuel Montesinos, de San Agustín de Guadalix (Madrid).

 

Con 15 puntos, segundo ganador, premiado con 140€ en cheques librería, el relato   nº 63 Maestro de Escuela, presentado bajo el seudónimo de Florentino Ariza que pertenece a Lucas Romano, con residencia en Valdaliga (Cantabria).

 

Con 17 puntos, primer ganador, premiado con 140€ en cheques librería, el relato  nº 38 Antología de ausencias, presentado bajo el seudónimo de Eloy Salvatierra, que pertenece a Salvador Terceño, de Sevilla.

 

Los donativos recibidos han sido finalmente 525€, que repartimos en cuatro accésit de 61.25€ y dos primeros premios de 140€ en cheques librería.    

 

Todos los relatos seleccionados se encuentran publicados en el Facebook de La toalla del boxeador.

https://www.facebook.com/latoalladelboxeador/

 

Espero que los disfrutéis y que os gusten. Felicidades a los ganadores y muchas gracias a todos por participar.


miércoles, 7 de octubre de 2020

124º ASALTO: REFLEXIONES SOBRE EL OFICIO DE ESCRITOR

 


REFLEXIONES SOBRE EL OFICIO DE ESCRITOR

(al hilo de una conversación reciente con un amigo
que se empeña en llamarme escritor cada vez que me ve)

Me sigue produciendo pudor que me llamen escritor. También la frivolidad con la que muchas veces utilizamos esa palabra. Escritor, como si cualquiera pudiese serlo. Dice la RAE que escritor es el que escribe, pero de la misma forma que nunca me he considerado futbolista, porque los fines de semana fuese a jugar al fútbol con mis amigos, por muy en serio que me lo tomase, o no me creo cocinero por muy bien que me salgan las patatas a la riojana, me cuesta considerarme escritor por mucho tiempo que dedique a la escritura. Para mí, escritor realmente es el que vive de escribir, aunque conseguirlo en la actualidad pueda parecernos una misión imposible o una quimera.
Eso sí, luego se puede ser buen o mal escritor, como se puede ser buen o mal fontanero, o buen o mal futbolista, porque nadie duda de la calidad de Messi aunque tenga un partido malo o una temporada poco brillante, pero ¿qué me decís de Dembelé o de Bale?, por poner algunos ejemplos. ¿Son realmente buenos o no son más que dos paquetes? Hablar de calidad en la escritura no deja de ser algo subjetivo. ¿Quiénes somos nosotros para decidir si un escritor es bueno o malo? Sin embargo, quizás todo sea mucho más sencillo, quizás ser escritor sea simplemente saber que en un par de minutos vas a dejar todo lo que estás haciendo porque se te ha ocurrido una historia y tienes que escribirla; o ir en el metro y no poder apartar la vista de las manos huesudas de la señora de enfrente y pasarte todo el viaje inventándote su biografía; o hacer oídos sordos cuando te llaman a comer una y otra vez porque necesitas seguir escribiendo, aunque luego tengas que recalentarte la carne y comer tú solo; o levantarte en mitad de la noche a escribir este texto, porque lleva un rato rondándote la cabeza y sabes que hasta que no lo hagas no vas a poder conciliar el sueño. Quizás escritor sea simplemente el que siente la necesidad de escribir.