COCINA PARA MELANCÓLICOS
Las cosas ya no se hacen como antes.
Enseguida se rompen, caducan o nos aburrimos de ellas y las cambiamos
por otras. Esta olla de acero inoxidable tendrá más de 30 años. Todavía
la utilizo para cocinar. Me la llevé de casa de mis padres cuando me fui
a estudiar fuera y me ha acompañado en todos los sitios en los que he
vivido. Incluso me la llevé a Francia cuando estuve de Erasmus. Y aquí
sigue. Casi 30 años después. Se conserva mejor que yo. No soy demasiado
cocinillas, solo sé hacer cuatro cosas que aprendí de mi madre para
sobrevivir en mi época de estudiante, pero me gusta cocinar. A veces,
llamaba a mi madre para que me explicase cómo preparar unas judías
verdes o unas lentejas. Recuerdo una vez que unos amigos habían ido a
coger cangrejos y, como estaban en un colegio mayor, acabaron
trayéndolos a nuestro piso. Tuve que llamar a mi madre para que me
explicase cómo prepararlos porque no tenía ni idea. Entonces no podías
buscar las recetas en internet. Salieron buenos los cangrejos, con su
cebolla y su tomate. Cocinar es recordar. La cocina siempre te trae
olores y sabores de los sitios en los que has estado, de las personas
que has conocido. Una de mis platos favoritos son las patatas a la
riojana. Cuando estuve de erasmus en Francia, a los franceses les
hacíamos patatas a la riojana y tortilla de patata y una paella que nos
inventamos sobre la marcha. Se chupaban los dedos. A cambio, nos
enseñaron a hacer crépes y cous-cous. Hay 200.000 formas de hacer las
patatas a riojana, tantas como riojanos en el mundo, imagino. Además del
chorizo y las patatas, le puedes poner lo que quieras, guisantes,
costilla, guindillas, caracoles, mi madre, siempre le ponía caracoles.
Algunos te dirán que no, que entonces no son patatas a la riojana, a lo
mejor tienen razón, pero la cocina también es libertad para seguir o
para romper las normas. Yo las hago con chorizo, pimiento, zanahoria, o
con lo que tenga por casa. De lo que no hay que olvidarse nunca es de
cascar las patatas para que suelten el almidón y el caldo quede espeso.
Eso me lo enseñó mi madre. Siempre que utilizo esta olla, me acuerdo de
ella.