TIERRA DE HOMBRES
Y pensar que hubo un tiempo en que hasta los Reyes más poderosos ansiaban que sus hijos fuesen hombres. De eso hace siglos. Nadie sabe qué produjo la alteración del ADN, pero en algún momento el cromosoma X desapareció de nuestra cadena y todos los bebés que traíamos al mundo eran varones.
Ninguno lloraba al nacer. Llegamos a temer por nuestra supervivencia, pero con el tiempo aprendimos a vivir sin mujeres. Ahora sabemos cocinar y limpiar. Saciamos nuestras necesidades más básicas entre nosotros y la naturaleza, siempre tan sabía, nos ha ayudado con el problema de la procreación. Con la primera luna de marzo, un año más, saldremos desnudos a masturbarnos al jardín y eyacularemos todos al unísono, dejando que nuestro semen empape la tierra. Luego esperaremos a que las lluvias ácidas de primavera y los rayos de neón hagan germinar los primeros fetos. A finales de diciembre, como cada año, cosecharemos entre cánticos a nuestros bebés, gordos, rollizos, tan sanos como si hubiesen surgido de sus vientres, con la esperanza de que, en algún lugar del planeta, florezca una niña y, esta vez, sepamos cuidarla.
Este texto recibió el Primer Premio en la VII edición del Certamen de Microrrelatos ELACT "Lola Fernández Moreno", de Cartagena, al que se presentaron casi 700 microrrelatos.