Desde entonces,
Manu no se ha bajado del ring y ha publicado Zoom (Paréntesis, 2011, reeditado
por Talentura en 2017), Personajes secundarios (Menos cuarto, 2015) y Preticor
(Cuadernos del Vigía, 2018). Agustín, en cambio, después de Sentido sin alguno
(Talentura, 2013), uno de mejores los libros de microrrelatos que he leído,
parece que colgó los guantes y, lamentablemente, le hemos perdido la pista.
Disfruten del combate y apuesten por su favorito.
Disfruta del combate.RUEDA DE RECONOCIMIENTO, DE MANU ESPADA
Entonces reconocí la mirada de la fotografía. Era aquel cerdo del callejón. El policía asintió con la cabeza y le dio el retrato a otro agente. 'Dicta una orden de busca y captura', le dijo. A la semana siguiente, me llamaron para una rueda de reconocimiento. Me pusieron tras un cristal y entraron cinco hombres. “¿Cuál de ellos lo hizo?”, me preguntaron. Dudé un instante, pero después de examinar los ojos de todos lo tuve claro: “El de la camisa azul”. A los otros cuatro los soltaron, pero yo seguí al del jersey rojo hasta su casa. Saqué las tijeras y le dije: “¿Te acuerdas de mí?”.

CARNE REBOZADA, DE AGUSTÍN MARTÍNEZ VALDERRAMA
La cena se enfriaba en la mesa y nuestro vecino seguía igual. Desnudo, subido en una silla y con una soga al cuello. A veces, bajaba y deambulaba cabizbajo por la habitación. De aquí para allá. De allá para aquí. Luego volvía a subirse, se anudaba la cuerda y colocaba los pies en el filo. Así llevaba toda la tarde. Nosotros, desde la ventana, lo observábamos expectantes. Papá decía que sí. Mamá decía que no. Pero el hombre, que si sí, que si no, no se decidía nunca. Al final, corrimos las cortinas y nos sentamos a la mesa. La carne rebozada fría no vale nada.
¿Con cuál se quedan?
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