Hay quien piensa que esto del microrrelato es una moda y un invento de las redes sociales. Hoy, en los Combates de la Toalla, dos pioneros del género, dos maestros, dos autores de cuando el microrrelato ni siquiera se llamaba microrrelato.
A mi izquierda, desde Moguer, el poeta del mar, el hombre que inventó a Platero, el premio Nobel de literatura… ¡don Juan Ramón Jiménez con “La caja torcida”!
A mi derecha, llegado desde las vanguardias, el señor de las gregerías, el inventor del tweet, el gran… ¡don Ramón Gómez de la Serna con su Carnaval!
Ya saben: comenten, compartan sus opiniones, apuesten por su favorito y, sobre todo, disfruten del combate.
A mi izquierda, desde Moguer, el poeta del mar, el hombre que inventó a Platero, el premio Nobel de literatura… ¡don Juan Ramón Jiménez con “La caja torcida”!
A mi derecha, llegado desde las vanguardias, el señor de las gregerías, el inventor del tweet, el gran… ¡don Ramón Gómez de la Serna con su Carnaval!
Ya saben: comenten, compartan sus opiniones, apuesten por su favorito y, sobre todo, disfruten del combate.
LA CAJA TORCIDA, DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Tenía la manía bella de lo derecho, lo recto, lo cuadrado. Se pasaba el día poniendo bien, en exacta correspondencia de líneas, cuadros, muebles, alfombras, puertas, biombos.
Su día era un sufrimiento terrible y una espantosa pérdida de tiempo. Iba detrás de familiares y criados, ordenando lo desordenado. Comprendía bien el cuento del que se sacó una muela sana de la derecha porque tuvo que sacarse una dañada de la izquierda.
Cuando se estaba muriendo, suplicaba a todos que le pusieran exacta la cama en relación con la cómoda, el armario, los cuadros.
Y cuando murió, el enterrador le dejó la caja torcida en la tumba para siempre.
Tenía la manía bella de lo derecho, lo recto, lo cuadrado. Se pasaba el día poniendo bien, en exacta correspondencia de líneas, cuadros, muebles, alfombras, puertas, biombos.
Su día era un sufrimiento terrible y una espantosa pérdida de tiempo. Iba detrás de familiares y criados, ordenando lo desordenado. Comprendía bien el cuento del que se sacó una muela sana de la derecha porque tuvo que sacarse una dañada de la izquierda.
Cuando se estaba muriendo, suplicaba a todos que le pusieran exacta la cama en relación con la cómoda, el armario, los cuadros.
Y cuando murió, el enterrador le dejó la caja torcida en la tumba para siempre.
INVENCIÓN DEL CARNAVAL, DE RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA
En aquel primer Carnaval del mundo, cuando aún no existían más seres humanos que los que componían la primera pareja, Adán sintió ganas de disfrazarse para dar broma a Eva, y tomando un pámpano, le abrió los dos agujeros de los ojos y lo convirtió en careta. Después envolvió su cuerpo en grandes hojas de tabaco y de esa guisa se dirigió a Eva.
Eva, un poco sorprendida ante aquella voz de falsete que le preguntaba con insistencia: “¿Quién soy?, ¿quién soy?”, respondió:
–¡Pedro!
En aquel primer Carnaval del mundo, cuando aún no existían más seres humanos que los que componían la primera pareja, Adán sintió ganas de disfrazarse para dar broma a Eva, y tomando un pámpano, le abrió los dos agujeros de los ojos y lo convirtió en careta. Después envolvió su cuerpo en grandes hojas de tabaco y de esa guisa se dirigió a Eva.
Eva, un poco sorprendida ante aquella voz de falsete que le preguntaba con insistencia: “¿Quién soy?, ¿quién soy?”, respondió:
–¡Pedro!
Hola. Soy de Catamarca, Argentina. No conocía estos micros. Me encantaron y genial tu comentario sobre la antigüedad del género. Un abrazo.
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