¡BIENVENIDOS A ESTE RING!

Tomen asiento, señoras y señores. ¡Bienvenidos a este ring! Griten, animen, protesten, expresen, alienten, inciten, espoleen, vociferen, pinchen, empujen, abucheen, aclamen, comenten, reivindiquen, pateleen, piten, abronquen, reprochen, aplaudan... ¡Esto es pasión por la literatura!

viernes, 12 de octubre de 2018

EL COMBATE DE LOS VIERNES: MONTERROSO VS ARREOLA


Hoy, en los combates de La toalla, dos de los padres del microrrelato, dos auténticas bestias del género: Augusto “Dinosaurio” Monterroso, con La mosca que soñaba que era un águila, y Juan José Arreola, “el Tigre de Jalisco”, con su Sapo. ¿Tú por cuál apuestas?


EL SAPO, de Juan José Arreola
Salta de vez en cuando, sólo para comprobar su radical estático. El salto tiene algo de latido: viéndolo bien, el sapo es todo corazón.
Prensado en un bloque de lodo frío, el sapo se sumerge en el invierno como una lamentable crisálida. Se despierta en primavera, consciente de que ninguna metamorfosis se ha operado en él. Es más sapo que nunca, en su profunda desecación. Aguarda en silencio las primeras lluvias.
Y un buen día surge de la tierra blanda, pesado de humedad, henchido de savia rencorosa, como un corazón tirado al suelo. En su actitud de esfinge hay una secreta proposición de canje, y la fealdad del sapo aparece ante nosotros con una abrumadora cualidad de espejo.


LA MOSCA QUE SOÑABA QUE ERA UN ÁGUILA, de Augusto Monterroso
Había una vez una Mosca que todas las noches soñaba que era un Águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes.
En los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado fuertes; bueno, que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como sufrir a conciencia dándose topes contra los vidrios de su cuarto.
En realidad no quería andar en las grandes alturas, o en los espacios libres, ni mucho menos.
Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca, y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas, hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes en la almohada.

domingo, 7 de octubre de 2018

104º ASALTO: TIRAR DE LA PALANCA EN CASO DE EMERGENCIA

Tirar de la palanca en caso de emergencia
Estás cansada y sientes frío, aunque él te abrace. En los vagones de primera la temperatura siempre es demasiado baja. Apoyas la cabeza en su hombro y cierras los ojos, intentando distinguir el imperceptible traqueteo del tren. Tendrías que dormirte pero no lo consigues. Hace tanto que viajas en una duermevela constante que ya no sabes si esta era la vida que habías soñado o si todavía sigues soñando. A veces, abres los ojos y la velocidad de los árboles te asusta. Te gustaría levantarte y tirar de la palanca, que el tren y los árboles frenasen de golpe, que las nubes y las personas se detuviesen, para bajarte en medio de la nada, para caminar descalza y volver a sentir el cosquilleo de la hierba en las plantas de los pies, el sol ruborizarte las mejillas; pero no te atreves, llevas tanto tiempo subida a su tren de vida que ya no te atreves. Y te dejas llevar por ese traqueteo imperceptible, mientras te haces la dormida y te abrazas a él, intentando combatir ese frío que llena los vagones de primera, donde el aire acondicionado siempre está demasiado alto.
Relato inpirado en la fotografía de Vivian Maier que encabeza el texto para la web-concurso de ENTC

viernes, 5 de octubre de 2018

EL COMBATE DE LOS VIERNES: MILLÁS VS MATEO DÍAZ

Hoy, en los combates de La toalla, dos veteranos del microrrelato, dos grandes de la literatura: Juan José Millas y Luis Mateo Diez nos enseñan sus cartas. Levántense y aplaudan.

CARTA DEL ENAMORADO, DE JUAN JOSÉ MILLÁS
Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.