10 meses, 100 palabras, 6.000 €, más de 25.000 textos recibidos a lo largo del año, solo 10 finalistas y mucha, mucha ilusión.
El próximo lunes, 3 de julio, a
partir de las 18.00h, final anula de Relatos en Cadena (X edición), el Concurso de microrrelatos de la Ser y la Escuela de
Escritores.
Que los dinosaurios repartan suerte...
MICRORRELATOS FINALISTAS DEL CONCURSO RELATOS EN CADENA. EDICIÓN 2015-16
Junio
Desaparecer
Salvador Terceño Raposo
Sin beso de buenas noches se dormía cada
noche en su litera sin colchón, con un fontanero polaco, con la boca salada y
una pelea de gatos en la barriga. Soñó un tiempo que su madre regresaba, hasta
que el hambre devoró incluso sus sueños infantiles. Nadie hablaba de ello pero
él había hecho un inquietante descubrimiento: la gente del barracón
–probablemente, toda la del campo– adelgazaba progresivamente hasta que un día
ceniciento desaparecía. Llegaban nuevos compañeros y vuelta a empezar.
Tras tanto tiempo allí, adelgazando sin desaparecer, llegó a creerse invisible y una mañana, convencido de que pasaría desapercibido, caminó feliz hacia la valla.
Tras tanto tiempo allí, adelgazando sin desaparecer, llegó a creerse invisible y una mañana, convencido de que pasaría desapercibido, caminó feliz hacia la valla.
Mayo
Volver a empezar
Volver a empezar
Ernesto Ortega
El crujir de las hojas les recuerda lo
solos que están. La vegetación se ha ido extendiendo por el asfalto hasta
sepultar por completo la Quinta Avenida y el Madison Square Garden. Ahora los
animales campan a sus anchas por Central Park, mientras ellos pasean de la
mano, completamente desnudos, sin ningún pudor, bajo la sombra de los árboles.
Nunca han sido tan felices. Al fondo, como últimos vestigios del pasado, las
siluetas de los rascacielos medio derruidos alertan de la historia. Por eso,
cuando esa maldita serpiente vuelve aparecer bajo sus pies, ella, sin temor
alguno, la coge con sus propias manos y la parte en dos.
Abril
Imagina
Imagina
Xanti Ramírez Quintana
El traje era auténtico. Las hombreras
anchas, los pantalones desteñidos… todo pensado para pasar desapercibido.
Escondió el revólver en la tobillera y subió las escaleras hasta la plataforma
de lanzamiento. Era el encargo más raro que había recibido en la vida, pero
supuso que el viejo Paul tendría sus motivos, y un trabajo era un trabajo…
Activó el campo de curvatura cuántico e introdujo la fecha y lugar de destino:
Nueva York, edificio Dakota, 8 de diciembre de 1980.
Marzo
Apariencias
Apariencias
Belén Sáenz Montero
El malvado Luthor había puesto
kryptonita en la bodega y los mamparos se habían derretido dejando paso a un
resplandor verde, que adoptó luego la forma de un ente viscoso invisible, que se
derramó por los pasillos, que ascendió a la segunda cubierta, que atravesó el
comedor de gala y que penetró en el camarote. Mientras hacía como que escuchaba
esta sarta de excusas, Lois Lane se levantó de la litera, encendió un
cigarrillo, arrojó al hombre los calzoncillos de superhéroe y, otra noche más
desde que zarparon en luna de miel, se asomó sola por la escotilla para ver
amanecer.
Febrero
Cumpleaños
Cumpleaños
Martina Polo Barrachina
En el lugar más recóndito de la isla
encerró a los piratas que mamá le había presentado. Luego, subió al torreón del
castillo y allí dejó dormidas a todas las princesas que conocía. Cogió las
cosquillas y las metió sin cuidado en un cajón, y soltó al unicornio y a los
dragones y ni siquiera giró la cabeza para mirar cómo desaparecían. Encogió a
los gigantes y a las hadas les quitó la varita y les cortó las alas. Hecha la
limpieza general, cerró los ojos y sopló las velas.
Enero
Niña mala
Niña mala
Anaïs Baranda Barrios
¡No quiero volver a verte nunca más! ¡Me
tienes harta, eres mala, muy mala! La agarró del brazo intentando poner la
mayor cara de enfado que sabía y se dirigió a la habitación. ¡Mira cómo tienes
todo! ―gritó mientras la zarandeaba― ¿quieres que lo haga yo también? ¡Egoísta!
―sentenció dándole un tortazo. Abrió la puerta del armario y la arrojó dentro:
“¡A ver si me dejas en paz un rato!” Cerró de un golpe y acto seguido la niña,
con las mejillas empapadas en lágrimas, se sentó sobre la cama con la mirada
fija en el armario donde acababa de encerrar a su muñeca.
Diciembre
Imborrable
Imborrable
Pepe Cano
Te quiere, mamá. Pliego el papel
respetando los perfectos dobleces que ella ha hecho. Lo devuelvo al sobre.
Sentado en el sofá, con la mochila del instituto aún colgada del hombro,
intento llorar. No me sale. Hace rato que no me sale. Que procure perdonarla…
Pateo la mesa de cristal como si eso desdibujara mi rabia. Como si estuviera
escrita con la tinta de los bolis borrables. Se hace añicos con un estruendo
exagerado. Las astillas se me clavan al cubrirme los ojos. No me importa.
Necesito ocultar las facciones azuladas y el vaivén de su cuerpo suspendido
desde una viga del techo
Noviembre
Hiperrealismo
Hiperrealismo
Ricardo Hierro
No era el mar pero se le parecía.
Quizá el azul resultaba impostado, demasiado luminoso. El pintor decidió
oscurecerlo. Corrigió a trazos rápidos la pintura. Se alejó un par de metros
del caballete y miró complacido la obra. Fue entonces cuando el estudio se
llenó de aroma a marea. Se espumó la tarde. Un pez de plata brincó desde el
lienzo y, de un certero bocado, le arrebató el pincel.
Octubre
Planta infantil
Planta infantil
Patricia Collazo González
Al otro lado de la ventana, pasan dos
señoras regordetas, aunque Nico opina que son dos vacas. Tampoco nos ponemos de
acuerdo con respecto al hombre de barba. Él cree que se trata de un cachorro de
ornitorrinco. Menos aún si nos centramos en el coche de carreras. El muy terco
dice que es ¡una cuadriga romana!Al final termino echándolo de mi cama. Él se levanta remoloneando y dice que mañana volverá a visitarme. Y que le diga a mis nubes que se porten mejor. Yo muevo el tubito del suero que se ha puesto en medio, y sigo observando mi trocito de cielo.
Septiembre
Presente
Presente
Ruth Bozal Callejo
El masajista no tardó en reconocer aquel lunar
bajo la nuca del anciano. De niño pasaba horas, espejo contra espejo,
preguntándose por ese grueso punto marrón a su espalda, por la insistencia con
que su madre exigía al peluquero otro repaso para dejar visible la peca. “Si es
que tiene el mismo remolino imposible que su padre” justificaba la mujer ante
el resignado barbero. Siempre el cuello al aire, nunca una bufanda que pudiera
taparlo. Incluso en casa, ya los dos solos, el lunar ocupaba su sitio. En
cuanto murió su madre se deshizo de él, pero aún conservaba el lápiz con el que
ella, cada mañana, se lo dibujaba.