EL MURO
Desde lo alto del Muro observo el cielo. Uno de esos pájaros tan raros
sobrevuela el llano Infinito. Si aguzo la mirada puedo distinguir, en la
lejanía, hombres que lo atraviesan, cual hormigas, en carruajes extraños. Pasan
de largo, sin acercarse siquiera. El Muro los ahuyenta, como el fuego a las
alimañas. Lo levantaron los antepasados de nuestros antepasados por obra y
gracia del Señor, en el año uno de nuestra era, para protegernos de las tribus
de las montañas y los bárbaros del este.
Tardaron décadas en construirlo. Todos sabemos sus medidas. Quince
cuadernas de alto –el equivalente a cien hombres adultos– por tres de ancho.
Las aprendimos de pequeños, como aprendimos sus límites: “Al norte, con las
montañas Nevadas; al sur, con el río Azul; al oeste, con el llano Infinito; y
al este, con la tierra de la Peste”, recitábamos en la escuela. Dentro del Muro
tenemos todo lo que necesitamos: campos de trigo y maíz, caza en abundancia,
bosques y canteras. Nadie jamás osó atacarnos. Pero esos pájaros insólitos.
Vuelan tan alto que ni nuestro mejor arquero podría alcanzarlos con sus
flechas. Hace tiempo que los veo. Dejan un rastro de humo blanco en el cielo
que me inquieta.
Este microrrelato ha sido seleccionado en febrero en el
concurso de La Microbiblioteca.
El ganador del mes en castellano
fue Víctor Lorenzo con Coraje y en catalán Elena Rovira con
Rubik. Podéis leerlos aquí.
En castellano
también fueron seleccionados Se precisa vidente, de Francesc Barberá,
Chichén Itza, de Raúl Garcés, Gallina vieja hace buen caldo, de David
Vivancos, y adversarios de Lola Sanabria.Podéis leerlos aquí.
Por mi
parte, muy feliz de volver a colarme en el libro anual de La Microbiblioteca.
Un gran micro. Felicidades.
ResponderEliminarGracias, Yolanda.
EliminarFelicidades Ernesto. De esos quid me hubiera gustado escribir a mí
ResponderEliminarGracias, Arantza, Que alegría verte por aquí.
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