Empezó a pensar en un nuevo teorema que demostrase que la quería, porque ella siempre le insistía en que el amor había que demostrarlo. Asignó variables al tiempo que llevaban juntos, al olor de su pelo al salir de la ducha, a los absurdos silencios que a veces se interponían entre ellos. Estimó el índice la aceleración que sufría su corazón cada vez que ella se desnudaba y cuantificó los celos que sentía cuando le veía tonteando con otro, para después de horas y horas de trabajo acabar concluyendo que en realidad esto del amor no tenía ninguna lógica.
Este microrrelato ha sido seleccionado esta semana en el Concurso Relatos en Cadena, de la Ser. Parece que el viento sopla a favor.
Enhorabuena Ernesto. Tu relato me ha gustado mucho. a ver si llegas arriba del todo.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Qué quieres que te diga, a mi me gusta una barbaridad, Ernesto!! Y cuidao, que este viene fuerte!! Y me alegro que no veas.
ResponderEliminarUn abrazo
Encontraste la fórmula Ernesto, ahora a demostrarla en la final mensual. Enhorabuena.
ResponderEliminarAbrazos.
Enhorabuena, Ernesto. Buen relato que demuestra que el amor no es de ciencias, sino de letras. A ver si tienes suerte a fin de mes.
ResponderEliminarEs muy bueno Ernesto lo ganaste con merecmiento. Esas cañitasss!!!Abrazos
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