¡BIENVENIDOS A ESTE RING!

Tomen asiento, señoras y señores. ¡Bienvenidos a este ring! Griten, animen, protesten, expresen, alienten, inciten, espoleen, vociferen, pinchen, empujen, abucheen, aclamen, comenten, reivindiquen, pateleen, piten, abronquen, reprochen, aplaudan... ¡Esto es pasión por la literatura!

martes, 11 de junio de 2013

DESAHUCIADOS EN LA FERÍA DEL LIBRO



Si todavía no habéis pasado por la feria del libro o, si ya habéis pasado y os apetece volver, el viernes tenéis una buena excusa.

De 6.30-8.00 estaré en la caseta de la librería  La Marabunta Nº 118 firmando ejemplares de Desahuciados: crónicas de la crisis. Un libro de microrrelatos ilustrados en el que colaboran más de 100 escritores e ilustradores.
Podéis echarle un vistacillo y leer algunos relatos, aquí


miércoles, 5 de junio de 2013

DESINTOXICACIÓN, MI TUNEADO PARA LA III MICROQUEDADA


Microvocabulario:

Microquedada: encuentro entre microrrelatistas que por mucho que se alargue siempre es demasiado breve.

Tuneado: microrrelato que se imprime en 3D para ser objeto de intercambio durante la microquedada.

Este es mi Tuneado para la III microquedada.




 
Desintoxicación

El médico me prohibió leer. Cogió un bolígrafo y anotó algo sobre el cuaderno. Le hubiese quitado el boli allí mismo. Apreté los puños por debajo de la mesa y mentí: quiero dejarlo. De momento, no iban a internarme, pero debía olvidarme de los libros. Si no lograba vencer la enfermedad tendrían que meterme en esa clínica tan prestigiosa. Me hicieron pasar a una sala mientras el médico hablaba con mis padres. Al llegar a casa, tiraron los libros que tenía escondidos debajo de la cama y dieron mi nombre en las pocas librerías y bibliotecas que quedaban abiertas para que me prohibiesen la entrada. Nunca me dejaban solo. Les engañaba. Me encerraba en el baño y leía la composición de los champús o les acompañaba al supermercado y me paraba en la sección de congelados a repasar los ingredientes. Pero me sabía a poco. Empecé a robar. En el metro miraba de reojo al viajero de al lado y me hacía con nombres y adjetivos del periódico que estaba leyendo. Pillé un verbo transitivo de una carta del banco que sustraje del buzón del vecino. Conseguí dos preposiciones en un carnet de identidad y algunos adverbios, aunque terminados en mente, en un folleto que me dieron en la calle. Cuando asalté una biblioteca, me internaron. El día que entré en la clínica, vi salir al gran Manu Espada. Había engordado y no llevaba ese pelo engominado que le caracterizaba. Tenía mejor aspecto. En mi grupo de terapia, reconocí a Lola Sanabria y a Ana Vidal, entre otros. Pronto descubrí el mercado negro. Al apagar las luces de las habitaciones, nos reuníamos en los baños y traficábamos con palabras. Cambiábamos adverbios por preposiciones y dábamos nuestra alma por encontrar a quien tuviese el adjetivo perfecto. Por la noche componíamos microrrelatos, los memorizábamos y al día siguiente, a la hora del paseo, lejos de los ojos de los enfermeros que se distraían con la televisión, nos los recitábamos unos a otros. Cuando salí, todos pensaban que me había curado.