Ya es primavera en el congreso
Ya es primavera en el congreso y sus señorías sustituyen esos trajes tan sobrios por modelos más fresquitos. Se aflojan las corbatas y, por qué no, los cinturones, que no todo va a ser sufrir. Algunos incluso se atreven a dejársela en el armario, aunque no a salir de él. Charlan amigablemente con la prensa, eso sí “off the record”, que declaraciones de amor, las justas. Aunque el efecto se nota más en las diputadas que sacan a pasear esos modelitos que tantas ganas tenían de lucir. Faldas más cortas, colores vivos, incluso alguna transparencia. Un diputado de Izquierda Unida bromea tranquilamente con su paisano del PP. Son varias legislaturas juntos y, aunque sean rivales, también son amigos. Y ese hombre de derechas, tan hombre y tan de derechas, se atreve a echarle una mirada furtiva por encima de su escaño a la jovencita que salió por Córdoba, que será de izquierdas, pero, reconozcámoslo, está como un queso. Al fin y al cabo, todos sabemos lo que le pasa a la sangre en primavera, seas de la ideología que seas. Por los grandes ventanales se cuela un rayo de sol y ese vasco tan gracioso que después de cada sesión siempre obsequia a sus compañeros con un chiste, le dice al bedel que baje un poquito la calefacción, que no está el Estado para derroches. Sin embargo, fuera, continúa el largo y frío invierno.
Con este texto me uno a la II Primavera de Microrrelatos Indignados. Podeis conocer más sobre esta iniciativa y leer otros microrrelatos en: