Hay gente que, antes de irse de vacaciones, tiene que visitar a su camello para asegurarse de llevar material de calidad en el equipaje. Yo suelo pasarme por la biblioteca. En verano, en la de mi barrio, te dejan sacar hasta 5 libros y tenerlos un mes, por lo que te puedes llevar un buen cargamento a la playa. Casi nunca voy a tiro hecho, prefiero deambular por los pasillos hasta encontrar algo que me apetezca. Esta vez, estaba pululando alrededor de la H, cuando tropecé con Highsmith, Patricia. La verdad es que nunca he oído hablar bien de Patricia Highsmith. Dicen que era misógina, alcohólica, que apenas se relacionaba con nadie y que tenía tan mala leche, que no la soportaban ni sus gatos. En cambio, como escritora sólo he oído maravillas: la tenía por algo así como la versión malvada y culta de Agatha Christie y hacía tiempo que quería pillar algo suyo. Había bastantes novelas, incluida toda la saga de Mr. Ripley, pero como primera dosis me pareció mejor empezar por unos relatos.
Elegí Una afición peligrosa. Luego me di cuenta de que era un libro póstumo que reúne 14 relatos inéditos o publicados en revistas, cosa que no decían en la contraportada, por lo que me sentí un poco estafado: literatura adulterada, de ésa que huele más a negocio editorial que a otra cosa. Sin embargo, me han enganchado completamente. Son cuentos muy entretenidos, escritos sin adornos ni florituras, con tramas originales y variadas, como Pájaro en mano, sobre un hombre que se dedica a falsificar pájaros extraviados para devolverlos a sus dueños y cobrar las recompensas, o Música que mata, donde un empleado de correos que no soporta a sus compañeros, se imagina que los va matando, confundiendo fantasía y realidad, hasta dejar de hablarles, porque según él… ¡ya están muertos! Pero no son sólo entretenidos, se trata de relatos psicológicos con un alto grado de profundidad que bucean en la complejidad del ser humano y hablan de la búsqueda del éxito, del sentido de culpabilidad o de la necesidad de mentir. Tal como me esperaba, Patricia Highsmith gasta mucha mala leche y es muy irónica. Le gusta putear a sus personajes y, aunque en alguno de los relatos deja una pequeña puerta a la esperanza, suelen salir bastante mal parados. Hay relatos muy buenos y en general me han dejado un muy buen sabor de boca. Vamos, que me he quedado con ganas de más, sobre todo sabiendo que estos relatos son los no que había querido publicar. ¡Quiero más! ¡Más Patricia Highsmith, por favor!